sábado, 5 de marzo de 2011

Que me den el trabajo, pero que me respeten la privacidad



Hace contados minutos recibí una visita domiciliaria de una empresa en la cual estoy haciendo para ver si entro a trabajar allá, pero la verdad ya no quiero. El malestar que generó en mi esta visita fue lo que me impulsó a venir a mi computador y escribir. ¿Qué derecho tienen ellos en venir a mi casa y registrar mi vida? Si tendré un compromiso será con la empresa y eso será cuando trabaje allá, mi casa es mi territorio y punto.


Explíquenme, me hace mejor o peor empleada que tenga una casa bonita o no.


Y no es que tenga una casa que se caiga del mugre o que viva en un lugar que me avergüence de él, simplemente es que para este tipo de cosas soy una persona reservada. Me encantan las visitas, pero de mis amigos o familiares. Díganme cómo voy a atender a alguien que ni conozco y además quiere ver hasta mis cajones.


Sentada en mi sala contando mis secretos más íntimos a una extraña que se toma mi tinto en la vajilla que me regaló mi madre con objeto que ésta fuera un tesoro familiar. Esto es la transgresión a la intimidad.


Si bien las empresas, cada día nos absorben con el trabajo y actividades, siento que esto se pasa de la raya, me acabo de sentir violada.